La ermita de la Magdalena, estuvo situada en el cerro que domina la población y a pesar de no quedar ningún resto arqueológico, ha perdurado en el sentir de los castilblanqueños hasta el punto de conocerse popularmente como el lugar de la Malena.
En su origen se construyó un edificio de estilo mudéjar muy cercano al castillo, y funcionó como iglesia parroquial hasta el siglo XVI, cuando se construye el templo del Divino Salvador que asumió las funciones parroquiales ante el crecimiento del casco urbano por la ladera abajo del cerro en dirección al norte. La primitiva ermita era de época mudéjar que contaba con una planta rectangular dividida en tres naves y con mucha probabilidad estaría cubierta con un artesonado de madera, muy utilizado en esta época. Tendría un aspecto muy humilde y la fachada sería de ladrillo. A principios del siglo XVIII se realiza una reforma que consistía, en la construcción de una capilla mayor abovedada, y reforzada con unos contrafuertes gruesos. Contaba con dos puertas, sacristía, porche y casa del santero, campanario y campana. Del mantenimiento de dicha ermita velaban los miembros de la cofradía desde 1595.
Su interior nos mostraba un retablo mayor dorado con la efigie del Santo Cristo, Santa Mª Magdalena a un lado y Santa Rita al otro. También contaba con dos retablos laterales enfrentados.
Con la construcción del templo parroquial del Divino Salvador fue perdiendo auge y quedó relegada a la categoría de ermita. Ya bien entrado el siglo XVIII se le denominó como capilla de enterramientos para aquellos difuntos cuyos familiares no podían asumir el coste de enterramiento en el templo mayor.
Situado junto a la ermita se encontraba El Castillo que con mucha probabilidad dio origen al primer núcleo poblacional de la villa. Del él derivará el nombre de Castilblanco, tomado del nominativo "Castillo" que dio lugar a Castriel Blanco.
Algunos historiadores apuntan que su origen sería romano, sería un lugar fortificado al lado de la vía que unía Itálica con Mérida. Continuó su vida militar tras la reconquista de la Sierra por Fernando III, que dotó de construcciones fortificadas la primera línea de defensa fronteriza con Portugal ante un posible ataque.
En 1492 con el fin de la Reconquista y la estabilización definitiva de la frontera de Portugal el castillo de esta Villa pierde su importancia defensiva y empieza su decadencia. Pese a todo, sigue siendo citado por algunos viajeros en el siglo XVII, pero ya en 1755 uno de estos visitantes cita lo siguiente: "El Castillo de donde el pueblo tomó su nombre, no subsiste. Estaba situado sobre una eminencia que domina la Villa. Sólo resta el suelo de derretidos sobre el que se elevaba".
La segunda ermita se encontraba en el lugar llamado El Puente y estaba dedicada al mártir San Sebastián. Su aspecto sería humilde, una construcción que contaba con una sola nave, igualmente cubierta de una techumbre de madera o artesonado muy del gusto de la época. En el siglo XVI contaba con una cofradía que se encargaba del mantenimiento del edificio y del culto a dicho santo. La primitiva imagen de San Sebastián venerada desde al menos el siglo XVI, hoy día se encuentra situada en el retablo de la Hermandad del Santo entierro en el templo parroquial del Divino Salvador.
El Hospital de Santa Lucía se construyó bajo las directrices ideológicas de la época moderna. Por lo que se trataría de una institución de carácter institucional benéfica. El párroco era el encargado junto un mayordomo de su funcionamiento, se recogían a pobres y enfermos de paso por la localidad. Subsistía de las limosnas que daban los vecinos. En cuanto al edificio no sabemos como pudo ser su distribución y aspecto.